La Conferencia General de la Real Academia de Ciencias reunida en Madrid reflexionó este año sobre la dana del 29 de octubre de 2024, una de las catástrofes naturales más graves en la historia reciente de España. Con un saldo trágico de 236 muertos —228 de ellos en la Comunidad Valenciana— y daños económicos estimados en más de 17.000 millones de euros, el fenómeno evidenció la vulnerabilidad estructural y la necesidad de modernizar la gestión del riesgo climático.
La meteoróloga Carmen Llasat, de la Universidad de Barcelona, abordó los mecanismos atmosféricos que propician estos episodios generando lluvias torrenciales con consecuencias devastadoras. “La dana no se debió al cambio climático, pero sí que contribuyó a su magnitud” afirmó, ya que incrementa tanto la frecuencia como la intensidad de estos eventos extremos – se recogieron 185 ml de agua en una hora— lo cual exige reforzar los sistemas de predicción y respuesta.
Por su parte el catedrático de Ingeniería Hidráulica de la Universidad Politécnica de Valencia, Félix Francés, incidió en que estos fenómenos extremos ya no son tan extraños: desde 1951 en la Comunidad Valencia se ha producido 4 episodios con más de 700 ml/ de precipitaciones en un día. De hecho, su grupo trabaja en desarrollar herramientas científicas para estimar y predecir la peligrosidad y el riesgo de inundación, con el propósito de mejorar la capacidad de prevención y anticipación ante lluvias intensas.
La jornada también sirvió para poner en tela de juicio el actual sistema de alertas. Aunque se cuenta con tecnologías avanzadas —incluida inteligencia artificial—, persisten fallos en la coordinación institucional y en la diseminación efectiva de las advertencias a la población. “La ciencia no falló”, insistieron varios ponentes, apuntando que los modelos y estudios ya alertaban desde años atrás sobre la posibilidad de eventos de esta magnitud.
Jorge Olcina, geógrafo de la Universidad de Alicante, insistió en que la ocupación del territorio ha sido clave: muchas zonas inundables fueron urbanizadas durante el boom inmobiliario de 1998 a 2008, a menudo sin una planificación realista basada en riesgos. Hizo un llamamiento urgente a paralizar ciertos desarrollos urbanísticos y revisar documentos de planes urbanos con más de 30 años de antigüedad.
También se señaló que la comarca L'Horta Sud, la más afectada por la dana, tiene un alto índice de habitantes foráneos, que no tienen memoria del territorio. Uno de los momentos más aplaudidos fue la propuesta de incluir en los registros de la propiedad una advertencia sobre el riesgo de inundación, del mismo modo que se informa de la existencia una hipoteca. También se reclamó mayor educación pública sobre cambio climático y riesgos extremos, como exige la actual Ley de Cambio Climático.
Foto (Desde izq.): Jorge Olcina, M. Carmen Llasat, Félix Francés, Inmaculada Ortiz y Antonio Cendrero.