Programas de divulgación

Programa 2019-20

¡Eureka! El asombro y el avance de la ciencia

Luis Franco Vera

Doctor por la Universidad Complutense y Profesor Emérito de la Universidad de Valencia (Estudi General), a la que se incorporó como Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en 1981. Anteriormente fue Profesor Adjunto y Profesor Agregado en la Universidad Complutense. En 2003 tomó posesión como Académico de Número de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y en marzo de 2010 ingresó como Académico Numerario de la Real Academia de Medicina de la Comunidad Valenciana. Tras su estancia postdoctoral en el Royal Cancer Hospital, de Londres, centró su actividad investigadora en las relaciones entre estructura y función del material genético de eucariotas, con especial énfasis en sus modificaciones epigenéticas. En la actualidad desarrolla su investigación en el Instituto de Investigaciones Sanitarias INCLIVA de Valencia, en el que coordina el Grupo de Epigenética y Cromatina, dentro del Área de Oncología

Resumen

El Diccionario de la Lengua Española define asombro como "gran admiración o extrañeza". En nuestros días, en los que estamos acostumbrados a presenciar tantos progresos científicos, cuando la tecnología ha llegado a formar parte de la rutina de nuestra vida, ¿cabe hablar de asombro, de admiración ante la naturaleza? ¿O será esa admiración algo propio de épocas pasadas, cuando se mitificaban los acontecimientos naturales? O, en todo caso, ¿no quedaría esa admiración reservada a los ignorantes, mientras que las personas cultas –y, particularmente, los científicos– no deberían asombrarse por nada? Sin embargo, no es esta última la postura de los auténticos científicos. Por ejemplo, Marie Curie decía: "Soy de los que piensan que la ciencia tiene una gran belleza. Un científico en su laboratorio no es sólo un técnico: es también un niño colocado ante fenómenos naturales que le impresionan como un cuento de hadas."

Efectivamente, si el científico perdiera la capacidad de asombro ante la naturaleza, dejaría de lado también la capacidad de hacer ciencia. En la presente conferencia se trata de llegar a mostrar cómo el asombro es motor de la investigación y cómo el hecho de que cada vez profundicemos más en las causas de los fenómenos naturales no nos puede hacer perder de vista la belleza que hay en ellos. Para ello se echa mano de una serie de resultados de la ciencia y, en algunos casos, del papel que jugó el asombro de los científicos que los obtuvieron. La mayor parte de los casos tratados se toman de la Biología. Por ejemplo, la increíble rapidez con la que se producen múltiples procesos biológicos; la complejidad de la mayor parte de ellos; el estricto control al que están sometidos, etc. Casos como el de la velocidad de algunas reacciones enzimáticas, de la utilización de la información genética o de la transmisión del impulso nervioso, se citan como ejemplos de procesos cuya celeridad apenas puede ser imitada por las máquinas más perfectas. O las bases moleculares de algo aparentemente tan sencillo como la detección de olores, que se mencionan como ejemplo de complejidad.

En definitiva, se trata, no sólo de asombrarnos ante la bella complejidad de unos fenómenos naturales, sino de comprender cómo esa capacidad de asombro ha sido en la mayor parte de los casos el motor que ha hecho posible su descubrimiento. En otras palabras, se pretende transmitir el entusiasmo que, según la leyenda, hizo exclamar a Arquímedes: ¡Eureka!, cuando resolvió el problema planteado por el rey Hierón.