Programas de divulgación

Programa 2017-18

Los anticuerpos: defensores de nuestra salud y mucho más

Luis Franco Vera

Doctor por la Universidad Complutense y Profesor Emérito de la Universidad de Valencia (Estudi General), a la que se incorporó como Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en 1981. Anteriormente fue Profesor Adjunto y Profesor Agregado de Bioquímica en la Universidad Complutense. Ha ocupado diversos cargos académicos en la Universidad y en diversas entidades científicas y fue Consejero de Universidades por designación del Senado. En 2003 tomó posesión como Académico de Número de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y en marzo de 2010 ingresó como Académico Numerario de la Real Academia de Medicina de la Comunidad Valenciana. Como consecuencia de su estancia postdoctoral en el Royal Cancer Hospital, de Londres, centró su actividad investigadora en las relaciones entre estructura y función del material genético de eucariotas, área a la que ha contribuido con numerosas publicaciones. En la actualidad continúa con esa línea de investigación, con especial énfasis en el estudio de la influencia de las modificaciones epigenéticas en el cáncer. Desarrolla su investigación en el Instituto de Investigaciones Sanitarias-INCLIVA, de Valencia

Resumen

Es de dominio público que nuestro organismo posee un sistema de defensa ante las infecciones y otras agresiones que provienen del exterior, que nos inmuniza contra ellas. Pero, ¿en qué consiste este sistema inmunitario? En la presente conferencia se trata de dar respuesta a esta pregunta, a la par que se contemplarán otros muchos beneficios que pueden reportarnos los anticuerpos, las moléculas encargadas de esa defensa.

Los anticuerpos son inmunoglobulinas, unas proteínas segregadas por las células sanguíneas, que se unen específicamente a los antígenos, las moléculas extrañas –por ejemplo, las presentes en la superficie de bacterias y virus– que penetran en nuestro organismo. Para comprender el problema planteado por esa especificidad de unión, hay que tener en cuenta que la estructura de las inmunoglobulinas, como la de todas las proteínas, está codificada en el DNA. Si el número de genes humanos es aproximadamente 22.000, ¿cómo es posible que puedan tener información para sintetizar anticuerpos frente a los cientos de millones de moléculas que pueden atacar a una persona a lo largo de su vida? Encontrar una respuesta a esta última pregunta exige conocer a grandes rasgos la estructura de las inmunoglobulinas y la extraordinaria organización de sus genes que, en un número sorprendentemente pequeño son capaces de organizarse para dar lugar a una inmensa variedad de productos.

La teoría de la selección clonal, propuesta en la década de 1950, sugirió un mecanismo que, perfeccionado por la investigación posterior, ha permitido explicar la especificidad de los anticuerpos, la razón por la que éstos distinguen entre las moléculas propias y las extrañas, la memoria inmunológica –el hecho de que, tras una primera exposición a un antígeno, el organismo recuerde ese acontecimiento y pueda responder rápidamente a un nuevo ataque– y otros muchos aspectos de la inmunidad biológica.

Una vez sentadas esas bases, estaremos en condiciones de entender las causas de las enfermedades que afectan al sistema inmunitario, desde el SIDA hasta las enfermedades autoinmunes. Pero, además, podremos comprender cómo los anticuerpos tienen una inmensa utilidad como reactivos analíticos y como fármacos; este último aspecto se ilustrará con unas consideraciones sobre la inmunoterapia del cáncer.