Nuestra historia

Creación de la Academia de Matemáticas de Madrid.. Surgió del ambiente creado por la convivencia de los cosmógrafos con los arquitectos e ingenieros civiles al servicio de Felipe II, y también con destacados artilleros e ingenieros militares. La iniciativa se fraguó en gran parte por la preocupación existente en la España del último tercio del siglo XVI por fomentar la enseñanza de las matemáticas con vistas a sus aplicaciones de carácter pragmático, con vertientes tan distintas como el cálculo mercantil, la fundamentación de la cosmografía, la astrología y el arte de navegar, o el uso para problemas concretos del arte militar y la técnica de la construcción. La idea de la fundación de la Academia de Matemáticas partió de Juan de Herrera, que fue también su primer director (1583-1597). Fechada su fundación en Lisboa, por cédulas despachadas el 25 de diciembre de 1582, la Academia comenzó a funcionar en octubre del año siguiente en dependencias del Alcázar Real y, poco después, en un edificio propio cercano 'a la puerta de Baldanú, en la calle del Tesoro' (solar correspondiente a la tierra hoy ocupada por el Teatro Real de Madrid).

Traslado a la casa del marqués de Leganés.. Con motivo de grandes cambios en las dependencias reales, la institución científica se trasladó a la casa de Diego de Guzmán y Dávila, primer marqués de Leganés, que 'tenía su fachada a la calle ancha de San Bernardo'. Durante casi medio siglo se enseñaron en la Academia materias de carácter teórico, principalmente matemáticas sensu stricto, cosmografía y geografía, mecánica según los tratados de Arquímedes y doctrina luliana, aunque atendiendo desde el primer momento con especial cuidado las enseñanzas de tipo técnico, como el arte de navegar, ingeniería militar y arquitectura. Por disposición real, la Academia también se ocupó de la traducción al castellano de textos científicos y de la publicación de originales por sus miembros. Durante este periodo sucedieron a Herrera en la dirección de la Academia los también arquitectos reales Francisco de Mora (1597-1610) y Juan Gómez de Mora (1611-1630).

Tiempos de dificultades.. Tras la muerte de Felipe II, la Academia “se conservó con lustre” durante el reinado de Felipe III, continuando sus enseñanzas científicas “con utilidad pública”. A partir de ahí, por diversas circunstancias, comenzó una debilitación progresiva de la institución, que tuvo su origen en la creación de los Estudios Reales por Felipe IV, y culminó en la entrega de todas las propiedades, las rentas y los numerosos instrumentos científicos de que disponía la Academia al Colegio Imperial, en torno a 1630. La decadencia de la institución continuó en paralelo a la de los estudios matemáticos, que quedaron “postergados y escarnecidos”, relegados en España por la teología, la jurisprudencia o la medicina. A pesar de todo, es indudable que la Academia de Matemáticas constituyó el germen del movimiento académico que, en el ámbito de las ciencias, se desarrolló en toda Europa a partir del siglo XVII.

La Real Academia de Medicina y Ciencias Naturales.. Reinando en España Felipe V, tras la fundación de la Real Academia Española en 1713, se crea esta nueva Corporación con objeto de abarcar el estudio de todas las ciencias. Poco después, ya en tiempos de Fernando VI, Ignacio de Luzán intentó avanzar independizando la Academia de Ciencias de la de Medicina, e idéntica misión encargó el marqués de la Ensenada a Jorge Juan, llegando a redactarse en 1752 el Plan de Ordenanzas para la Sociedad Real de Ciencias de Madrid. El proyecto, y la propia Academia, se hundieron con Ensenada en su caída en 1754. También infructuosos fueron los esfuerzos de Floridablanca, durante el reinado de Carlos III, que en la Ynstrucción reservada (1787), tras constatar que “lo que hace más falta es el estudio de las Ciencias Exactas... y otras ciencias prácticas”, resolvía fundar una Academia de Ciencias, que nunca llegó a tener actividad.

Un nuevo intento: la Real Academia de Ciencias Naturales de Madrid.. Estando Martínez de la Rosa al frente del gobierno, el 7 de febrero de 1834 se publica el decreto de creación de la Real Academia de Ciencias Naturales de Madrid, antecesora directa de la actual Real Academia de Ciencias. En su corta existencia, desarrolló una actividad continuada hasta primeros de la década de los 40, languideciendo entre 1842 y 1845, y dejando de tener a partir de ese año cualquier actividad regular. Según el decreto de creación de la actual Academia (1847) “... ni la época era a propósito para que tal Corporación produjese los frutos que de ella se esperaban, ni se le dieron el carácter e importancia que requería la utilidad de su objeto.”

La Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.. Por fin, el 25 de febrero de 1847 se otorga el Real Decreto de creación de esta Corporación, declarando suprimida la Academia de Ciencias Naturales y concediéndole las mismas prerrogativas y derechos de que disponían las tres Reales Academias en ese momento existentes (Española, de la Historia, y de Nobles Artes de San Fernando). El 23 de diciembre de ese mismo año, se aprueban los primeros Estatutos de la Corporación, siendo 36 el número de Académicos Fundadores. La Academia comienza su andadura sin una sede propia, alojándose en sus inicios en locales de muy diversa procedencia y condición, hasta que en 1866 recaló en la Torre de los Lujanes, en la plaza de la Villa, compartiendo sede con la Sociedad Matritense de Amigos del País y con la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

La sede actual.. En esta precaria situación desarrolló su actividad la Real Academia de Ciencias hasta que, el 28 de julio de 1893, la Dirección General de Instrucción Pública cede como domicilio legal de la Corporación el edificio de la calle Valverde que anteriormente alojaba a la Real Academia Española, una vez ésta se trasladó a su actual sede, ocupación que se hizo efectiva en marzo de 1894. Años después, en 1928, se adquiere la casa del número 24, derribando ambos edificios y acometiendo el proyecto de construcción de un nuevo edificio “más amplio y más decorosamente instalado”. El nuevo edificio, concluido en torno a 1932, sufrió posteriormente los efectos de la Guerra Civil española, con la caída de bombas y proyectiles de artillería, y saqueos, lo que hizo necesaria una reconstrucción total, acordada en 1942 y concluida en su totalidad en 1949. La actual sede de la Academia se inauguró de manera oficial con ocasión de los actos conmemorativos del centenario de su fundación.

Época moderna.. Los estatutos originales sufrieron, a lo largo de los años, numerosas modificaciones, aconsejadas unas por la experiencia y otras para dar cabida a disposiciones de carácter general a todas las Academias. En 1979, por Real Decreto de 19 de enero, se aprobaron nuevos Estatutos, de acuerdo con la propuesta elevada por la Corporación a la Superioridad, que supusieron la actualización de la normativa a la época moderna y el aumento de las plazas de Académicos Numerarios a 42 y posteriormente a 54. Los estatutos vigentes en la actualidad, aprobados por el Real Decreto 1113, de 15 de diciembre de 2020, establecen en un máximo de 72 el número de Académicos Numerarios, y tienen como objetivo implantar criterios de funcionamiento eficientes y adaptados a las nuevas tecnologías, así como establecer los equilibrios necesarios en las especialidades, género y edad de sus miembros.

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  • Varios autores (1992) “Las Reales Academias del Instituto de España”. Instituto de España - Alianza Editorial. Madrid.
  • García Barreno, P., Durán, A., Torroja, J.M., Ríos, S. y Martín Municio, Á. (1995) “La Real Academia de Ciencias. 1582-1995”. Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Madrid.
  • - Sánchez del Río, C. (2006) “La sede de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales”. Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Madrid.